El Auge Económico de la Posguerra: Factores Clave del Crecimiento Global

Este periodo se caracteriza por un crecimiento económico prolongado e intenso que afectó a la mayoría de los países (tanto capitalistas como socialistas). Fue una época de estabilidad, sin grandes fluctuaciones, con pleno empleo e inflación moderada. En este fenómeno influyeron principalmente dos tipos de factores: los de oferta y los de demanda.

Factores de Oferta

La posguerra trajo consigo una gran innovación técnica que repercutió directamente en el crecimiento económico. Esto se debió a la incorporación de tecnologías avanzadas que mejoraron la productividad del trabajo y a la rápida difusión de estas innovaciones, lo que a su vez permitió desarrollar nuevas tecnologías, creando un verdadero círculo virtuoso. Además, las innovaciones técnicas facilitaron la desaparición de barreras comerciales, aumentando los intercambios entre países y mejorando las comunicaciones con la aparición del telégrafo y el teléfono. También se observó un incremento de la inversión internacional y el desarrollo de las empresas multinacionales, factores que favorecieron especialmente a Estados Unidos.

En cuanto al capital, hubo un notable aumento en su formación (actualmente medimos la formación de capital por el número de empresas que se crean). Las empresas obtuvieron en este momento mayores beneficios y ahorros, lo que les permitió invertir en I+D para impulsar la producción. Gracias a esto, se potenciaron actividades industriales de gran desarrollo como la química, la electrónica, la eléctrica y la automotriz. Un nuevo sector que experimentó un gran impulso fue la industria aeroespacial, beneficiando a la industria aérea por sus innovaciones.

En lo que concierne al trabajo, existió una mayor oferta hasta el punto de alcanzar el pleno empleo. Esto fue posible gracias al alza de la natalidad, a los flujos migratorios (los países con mayor crecimiento importaron mano de obra) y a la incorporación femenina al mercado laboral. La productividad agraria aumentó gracias al empleo de nuevas técnicas, aunque se observó un cierto retroceso de la industria debido a una terciarización masiva hacia los servicios tradicionales (banca, seguros, comunicaciones) y otros nuevos surgidos recientemente (sanidad, educación, turismo, telecomunicaciones). No solo hubo más trabajo, sino también una mayor calidad del trabajo, es decir, una mayor capacitación profesional, siendo la educación y la Formación Profesional (FP) factores clave. Esto llevó a una mayor especialización del empleo, y los salarios fueron mayores en función del tipo de especialización.

El sector público comenzó a adquirir una importancia fundamental. La percepción del Estado cambió con las políticas de John Maynard Keynes, cuya obra teórica impulsó la salida de la depresión mundial mediante el aumento de la demanda agregada. La economía keynesiana se centra en el análisis de las causas y consecuencias de las variaciones de la demanda agregada y sus relaciones con el nivel de empleo y de ingresos. El interés final de Keynes era dotar a las instituciones nacionales (el Estado) de la capacidad de controlar la economía en épocas de recesión o crisis. Este control se ejerció mediante el gasto presupuestario del Estado, política conocida como política fiscal. La justificación económica para actuar de esta manera se fundamenta, sobre todo, en el efecto multiplicador que se produce ante un incremento de la demanda agregada. En las políticas keynesianas, el Estado regula el mercado. Estamos, entonces, ante una economía mixta en la que el mercado y el Estado actúan como oferentes de bienes y servicios; de hecho, surgieron en este momento empresas públicas como RENFE, Telefónica, Endesa, entre otras. De este modo, el Estado suministra ciertos servicios y garantías sociales a los ciudadanos, configurando lo que se conoce como Estado de Bienestar.

Finalmente, las instituciones de ámbito internacional jugaron un papel crucial para conseguir un sistema monetario eficiente y liquidez internacional mediante la cooperación e integración de todos los países. Para hacer posible la integración económica, se creó la CEE (Comunidad Económica Europea) en 1958 con la finalidad de establecer un mercado común. Los Estados signatarios fueron Francia, Italia, Alemania, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo. El tratado estableció un mercado y aranceles externos comunes, una política agrícola conjunta, políticas comunes para la libre circulación de mano de obra y los transportes, y fundó instituciones comunes para el desarrollo económico.

En 1960 se creó la EFTA (European Free Trade Association – Asociación Europea de Libre Comercio) con el objetivo de liberar el comercio y favorecer la expansión económica y la estabilidad financiera de todos sus miembros, aunque tuvo un éxito relativo. Otro marco institucional creado en este momento fue el COMECON (Consejo de Ayuda Mutua Económica), una organización de cooperación económica formada en torno a la URSS por diversos países socialistas, cuyos objetivos eran fomentar las relaciones comerciales entre los estados miembros en un intento de contrarrestar a los organismos económicos internacionales de economía capitalista.

Este periodo sentó las bases para la Gran Globalización de los años 90 y del nuevo siglo.

Factores de Demanda

Los tres tipos de demanda experimentaron un aumento significativo: la demanda privada, la pública y la externa.

  • Incremento de la demanda privada: Creció principalmente por el crecimiento demográfico (natalidad e inmigración), así como por la existencia de pleno empleo y, por tanto, de salarios elevados.
  • Incremento de la demanda en el sector público: Aumentó debido a las políticas keynesianas (monetarias y fiscales), la construcción de infraestructuras, el crecimiento del sector público industrial y las transferencias sociales (sanidad, pensiones, desempleo, educación). Es decir, se generó una mayor oferta de servicios para satisfacer la demanda de la población.
  • Incremento de la demanda externa: Las economías europeas se expandieron gracias a la producción de maquinaria, medios de transporte, productos químicos y semielaborados. Esto, a su vez, impulsó la demanda de los países en desarrollo.

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