Evolución de los Costes Laborales Unitarios en España (1995-2022) y su Impacto en la Competitividad

Durante el período 1995–2022, los Costes Laborales Unitarios (CLU) en España han seguido una tendencia ascendente, pasando del 38% al 63%. El CLU, calculado como la remuneración por asalariado dividida entre la productividad del trabajo, mide el coste salarial por unidad producida. La productividad del trabajo se obtiene del (PIB Real / Número de Ocupados) y nos permite ver qué genera cada empleado. La remuneración por asalariado se obtiene haciendo (remuneración total de los asalariados / Personas empleadas) y nos dice el coste salarial medio anual por trabajador.

Determinantes de la Evolución del CLU en España

El principal determinante del crecimiento del CLU en España ha sido el crecimiento de la remuneración por asalariado, que ha ido creciendo en proporción más rápido que la productividad en la mayoría de los años (esto se puede observar en los porcentajes de TVMAAC que he calculado para las tres variables: P.T., Remuneración y CLU). Esto ha ido creando un desajuste en los costes laborales unitarios (CLU) y, por ello, el crecimiento que ha habido desde 1995 hasta el 2022.

Esta evolución del CLU refleja una pérdida de competitividad-coste que hemos ido aumentando durante los años. Esto se debe a un modelo económico basado en sectores de baja productividad y alto uso de mano de obra (como construcción, hostelería y servicios personales), donde los salarios han crecido más rápido que la eficiencia del trabajo.

En comparación con otros países europeos, España muestra un mayor aumento acumulado de los CLU. Según datos recientes, países como Alemania o Francia han conseguido mantener un mayor equilibrio entre salarios y productividad, lo que les ha permitido preservar su competitividad de forma más sostenible.

Periodos Clave en la Evolución del CLU

1995-2008: Expansión y Desequilibrio

En este período, la remuneración fue, en la mayoría de los años, superior a la de la productividad, lo que provocó un aumento progresivo del CLU. Esto refleja que el crecimiento económico español se apoyó fuertemente en la demanda interna y el empleo intensivo en sectores como la construcción y los servicios, muy dependientes de la mano de obra y con una baja productividad relativa.

2008-2013: La Crisis Económica y la «Productividad Ficticia»

Durante el período de crisis y el estallido de la burbuja inmobiliaria, la productividad del trabajo aumentó, mientras que la remuneración por asalariado se estancó o incluso descendió. Este fenómeno se explica por la llamada “productividad ficticia”: al perderse muchos empleos, sobre todo en sectores de baja productividad como la construcción, y dado que el PIB no cayó en la misma proporción, la productividad del trabajo se incrementó. En el caso del CLU, se mantuvo estable e incluso decreció ligeramente, lo que mejoró temporalmente la competitividad del país, aunque fue principalmente un reflejo de la destrucción del empleo más que de un avance real.

2013–2019: Recuperación Económica y Estabilidad Relativa

Tras los años más duros de la crisis, España empezó una etapa de recuperación económica. Durante este período, tanto los salarios como la productividad fueron creciendo de forma moderada y bastante equilibrada. Esto permitió que los costes laborales unitarios se mantuvieran relativamente estables. Fue un período en el que se contuvo el aumento de los costes laborales, lo que ayudó a mantener la competitividad del país, aunque sin grandes avances estructurales.

2019–2022: Impacto de la Pandemia y Presión sobre los Costes

Este período estuvo marcado por la pandemia del COVID-19 y sus efectos económicos. Aunque la economía fue recuperándose, los salarios aumentaron con más fuerza que la productividad. Esto generó un nuevo aumento de los costes laborales unitarios. El alza salarial puede explicarse por políticas de apoyo al empleo, tensiones en el mercado laboral y ajustes tras años de moderación. Sin embargo, como la productividad no creció al mismo ritmo, esto volvió a generar una pérdida de competitividad en términos de costes.

Dimensiones Adicionales de la Competitividad

Sí. La competitividad no se limita a los costes laborales. Existen enfoques alternativos como:

  • Competitividad estructural: evalúa la capacidad de una economía para innovar, mejorar su capital humano y atraer inversión.
  • Competitividad en valor añadido: mide qué parte del crecimiento se basa en tecnología, digitalización y calidad.
  • Competitividad no-precio: considera aspectos como la calidad del producto, la marca, la logística o el servicio postventa.

Situación de España desde una Perspectiva Amplia

Desde una visión más amplia, España aún presenta debilidades estructurales: baja inversión en I+D, escasa digitalización en PYMEs, y una especialización productiva en sectores de bajo valor añadido. Sin embargo, también hay avances: crecimiento del sector tecnológico, impulso de energías renovables y mejora en el capital humano joven. Para lograr una competitividad sostenible, es fundamental alinear los salarios con la productividad y apostar por un cambio estructural hacia sectores más innovadores y resilientes.

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