Modelos de Desarrollo: Impacto Económico y Ecológico en el Planeta

Modelos de Desarrollo

Antes de exponer los modelos de desarrollo, es importante describir el sistema Tierra desde la perspectiva de un sistema económico.

La Tierra como Sistema Económico

La descripción clásica del sistema Tierra no incluía la apreciación económica; sin embargo, en buena medida, el funcionamiento del planeta, desde que los seres humanos desarrollan sus actividades, se basa en un subsistema económico, en el que los recursos naturales (el «capital» del sistema) son extraídos, manipulados y transformados, y los residuos, devueltos al sistema general. Se generan así unos «beneficios», es decir, bienes de utilización. La energía solar, al finalizar el proceso, se ha transformado en calor no aprovechado, y la Tierra vuelve a poner en marcha la maquinaria de reciclado. En este escenario, los tiempos, los consumos y la producción se encuentran en armonía.

Los términos pretenden ser económicos, los flujos también; pero todo el subsistema se encuentra sometido a unas leyes generales y queda determinado por sus limitaciones. Cuando hace su aparición el dinero, el equilibrio se rompe: la economía de las sociedades humanas irrumpe, franquea las barreras y parece evadir las leyes naturales entre los diferentes subsistemas. Las leyes económicas, que no entienden de tiempos de regeneración de recursos ni de balances de energía distintos a la solar, imponen un ritmo que desacopla el sistema por completo.

Cualquier sistema económico que no tenga en cuenta las limitaciones impuestas por los condicionantes ecológicos se convierte en una amenaza para su propia supervivencia. Se ha generado así una auténtica crisis ambiental de consecuencias impredecibles en todos los ámbitos: natural, social y, paradójicamente, también económico.

Es importante desligar los conceptos de desarrollo y de crecimiento, unidos en buena medida desde la perspectiva económica. Crecimiento implica «expansión», mientras que desarrollo hace referencia a la «capacidad de satisfacción de las necesidades», no se limita a los gastos y a los ingresos. El desarrollo se relaciona con parámetros de calidad de vida, y el crecimiento, con magnitudes económicas. Así, en el mundo actual podemos encontrar países con escaso desarrollo y elevado crecimiento, o a la inversa.

La India o los llamados Tigres asiáticos (Indonesia, Corea, Singapur, Tailandia, Taiwán, etc.) presentan un crecimiento económico espectacular, pero un escaso desarrollo, con gran parte de su población sumida en la miseria. Islandia o Nueva Zelanda, por el contrario, exhiben un escaso crecimiento, pero altas tasas de desarrollo. La situación ideal se da cuando se armonizan ambos términos: Canadá, por ejemplo, posee una equilibrada relación entre crecimiento y desarrollo.

Desarrollo Incontrolado: Riesgos y Consecuencias

Anteriormente, hemos descrito el desarrollo incontrolado como crecimiento. Este modelo de desarrollo considera el sistema económico ajeno al sistema ecológico, o incluso la ecología como un subsistema de la economía. Antepone los beneficios económicos al mantenimiento del equilibrio natural y basa en estos presupuestos el «progreso» de la humanidad.

Impuesto desde la Revolución Industrial por los países occidentales y extendido ampliamente, este modelo ha conducido a la sobreexplotación de los recursos. Es responsable de la crisis ambiental del planeta, del desigual reparto de la riqueza y del secular atraso de los países menos desarrollados, que son precisamente importantes productores de materias primas.

Toda política económica expansiva desencadena un aumento del uso y la presión sobre los recursos, así como cotas superiores de contaminación. Los nuevos sistemas que han hecho disminuir el consumo energético y el diseño de elementos que reducen la contaminación han generado una confianza ilimitada en la tecnología para resolver los futuros problemas energéticos y ambientales. Este es precisamente el argumento esgrimido por los desarrollistas frente al pesimismo de las predicciones y de los estudios ecológicos.

Sin embargo, olvidan que la tecnología no siempre ha tenido los efectos positivos deseados. Por ejemplo, ha generado mayores tasas de desempleo, efectos desconocidos a largo plazo, mayor demanda de capital y mayor inflación. Además, en muchas ocasiones, las aplicaciones tecnológicas han alcanzado su techo: cuando hay serias limitaciones de agua, no es posible ampliar el regadío; y si no hay peces, es imposible mejorar las capturas con nuevas técnicas.

El fin predecible del crecimiento incontrolado es el colapso económico, brutalmente acompañado por la desestabilización del sistema Tierra.

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