Estructuras de Mercado y Equilibrio Económico: Competencia, Monopolio y Oligopolio

Formas de Mercado

7.1. El Modelo de Competencia Perfecta

Existe una diversidad de situaciones en las condiciones de mercado. La teoría económica centra la atención en aspectos concretos para establecer las líneas explicativas principales que permiten conocer el funcionamiento de un mercado. Estos aspectos son:

  • El grado de concentración o dispersión de la Oferta en el mercado (número de empresas, tamaño, cuota de ventas, etc.).
  • La importancia de la amenaza de entrada de nuevos posibles competidores y las trabas de entrada de competidores.
  • El grado de homogeneidad del producto que se ofrece y se compra. Si hay posibilidades de diferenciación del producto, la rivalidad entre vendedores se centrará en aspectos distintos al precio; por el contrario, si el producto es homogéneo, la competencia se centrará en el precio.
  • La regulación de carácter externo al mercado o su ausencia. La regulación procede del Estado y puede adoptar formas diferentes: normativa para autorizaciones previas a la instalación de empresas, requisitos sobre el producto, legislación sobre precios, etc.

La competencia perfecta estudia las condiciones de equilibrio estableciendo situaciones extremas en relación con los aspectos señalados:

  • Oferta atomizada (condición de atomización): Las empresas son pequeñas y ninguna tiene capacidad para influir sobre el mercado.
  • Competencia abierta: No existen barreras a la entrada ni a la salida.
  • Indiferenciación del producto: El producto ofrecido por las empresas es homogéneo.
  • Transparencia: Los demandantes disponen de información fiable, amplia y gratuita sobre el producto que les interesa.
  • Competencia libre: Ausencia de intervenciones externas.

En resumen, un mercado en Competencia Perfecta es aquel en el cual la Oferta procede de un número elevado de empresas, cada una de las cuales dispone de una cuota de mercado reducida. Las decisiones individuales de los oferentes no pueden tener repercusión en la marcha del mercado. Su actitud es adaptarse a las condiciones que impone el funcionamiento de la Oferta y la Demanda global del mercado. Las empresas que actúan en este tipo de mercados son precio-aceptantes, es decir, cada empresa asume el Precio que le viene impuesto por las condiciones del mercado y no tiene ninguna capacidad de influir sobre él. A partir del precio de mercado, tomará decisiones respecto a las cantidades que le interesa producir.

Los demandantes toman decisiones de compra disponiendo de una información completa, fiable, accesible y de coste nulo o bajo, basándose en criterios de carácter cualitativo —no condicionados por imagen de marca, publicidad, moda, etc.— y en el precio. Los oferentes toman decisiones de producción, en base a la condición de precio-aceptantes, con el criterio de maximizar el beneficio, objetivo principal de cualquier empresa. La producción se extiende hasta el punto en el que el ingreso marginal (I’) y el coste marginal (C’) se igualen, ya que si I’ > C’ la empresa tiene un estímulo para seguir aumentando su producción, mientras que si I’ < C’ tenderá a reducir su producción. Solo cuando I’ = C’ se alcanza el máximo beneficio.

Para una empresa precio-aceptante, en un mercado competitivo, el precio que marcan las condiciones globales es un dato que tiene que asumir y sobre el cual no tiene capacidad para influir. Consecuentemente, el ingreso por una unidad más vendida —para cualquier nivel de producción— será siempre igual al precio de mercado, es decir, I’ = P. En un mercado competitivo, la empresa fijará el nivel de producción buscando la cantidad que dé el máximo beneficio con la condición de precio-aceptante, lo que se resume en la triple igualdad I’ = C’ = P.

Equilibrio a Corto Plazo (C/P) y Largo Plazo (L/P)

La interacción de las fuerzas de la demanda global y la oferta global en un mercado competitivo determina cuál es el precio de equilibrio. Es fundamental distinguir entre las situaciones que pueden darse a corto plazo (C/P) y a largo plazo (L/P), ya que a largo plazo las fuerzas competitivas tienden a modificar las situaciones de equilibrio a corto plazo.

Corto Plazo (C/P)

A corto plazo, la dimensión de las empresas es invariable en elementos fundamentales (personal, equipo, instalaciones…), y el número de empresas que operan no se modifica. La capacidad instalada es un dato inalterable y cualquier incremento de producción y de oferta en el mercado se limita a las posibilidades de adaptación que sean capaces de desplegar las empresas existentes con la capacidad de producción que disponen. La oferta para un determinado mercado estará limitada por la capacidad instalada de esa rama; las empresas la pondrán en rendimiento hasta el nivel de producción en el que C’ = P (maximización del beneficio). El equilibrio de mercado exige: oferta global = demanda global, y el precio resultante se podrá considerar un Precio de Equilibrio (PE). La situación del mercado es estable si no hay modificaciones en las variables de contexto ni en las condiciones del mercado a C/P.

Las empresas pueden encontrarse en diferentes situaciones, dependiendo del precio de equilibrio que marca el mercado y los costes de cada empresa. Una empresa con pérdidas deberá reducir costes hasta el nivel PE o salir del mercado. Las empresas que, introduciendo mejoras organizativas, tecnológicas u otros tipos, consigan reducir su curva de costes hasta obtener beneficios extraordinarios —superiores a los normales en ese mercado—, tendrán una posición inestable, ya que los competidores intentarán aplicar mejoras similares y alcanzar una estructura de costes parecida, lo que llevará a un nuevo precio de equilibrio inferior a PE (PE’).

Largo Plazo (L/P)

A largo plazo, todos los elementos competitivos son flexibles: las empresas pueden adaptar su estructura y dimensión a las condiciones de mercado y variar el número de empresas que operan, atraídas por los beneficios que puedan obtener (entrada de nuevos competidores) o por falta de competitividad (salida de empresas con pérdidas).

Las empresas con pérdidas a C/P están obligadas a adaptarse al PE (reduciendo costes) o a salir del mercado. Si no hay intervención ajena al mercado (ejemplo: subvenciones de la Administración), estas situaciones no podrán subsistir a L/P. Las empresas con beneficios extraordinarios provocarán la entrada de nuevas empresas, ya que en un mercado competitivo no hay barreras a la entrada. Esto estimulará la búsqueda de niveles de eficiencia, y el precio de equilibrio tenderá a bajar hasta un nuevo punto PE’.

A largo plazo, estos procesos modificarán las condiciones de oferta al entrar nuevas empresas y ser expulsadas otras, provocando ajustes en las existentes. La situación tenderá, al culminar los procesos de adaptación, a un equilibrio a L/P en el cual no habrá empresas en situación de pérdidas (P < CME) ni de beneficios extraordinarios (P > CME). En la situación de equilibrio a L/P, la cantidad producida por empresa corresponderá al óptimo de explotación, que puede ser diferente. En un mercado competitivo, las cantidades no deben representar un volumen tan alto como para permitir a una sola empresa influir sobre las condiciones de precio o de demanda de ese mercado (condición de atomización). La última condición (P = CME), unida a (I’ = P, condición de empresas precio-aceptantes) e I’ = C’ (condición de maximización de beneficio), plantea una triple igualdad que resume ese conjunto de condiciones: I’ = C’ = P = CME.

7.2. Concentración y Barreras de Entrada: Monopolio, Oligopolio, Competencia Monopolística y Otras Formas de Mercado

Las situaciones de competencia imperfecta o ausencia de competencia son las más importantes en los mercados reales.

En condiciones de competencia perfecta, la empresa es precio-aceptante y para cualquier nivel de producción el ingreso marginal que puede obtener equivale al precio que marca el equilibrio global del mercado (I’ = P). La primera implicación de la inexistencia de competencia perfecta será que esa igualdad no tiene por qué cumplirse, ya que la demanda de la empresa no necesariamente vendrá definida por un precio inalterable resultante de las condiciones de mercado, sino que dependerá, en una u otra medida según el tipo de mercado, de las decisiones de la empresa.

Monopolio

El caso más extremo es el Monopolio, donde la totalidad de la oferta se concentra en una sola empresa. La ausencia de competidores podría hacer pensar que la conducta del monopolista carece de limitaciones, pero estas responden a dos cuestiones principales:

  • Oferta: No debe dejar de tener en cuenta a los potenciales competidores que puedan llegar a existir. Salvo que esté protegido por limitaciones administrativas (monopolio por ley), solo puede mantenerse por la existencia de barreras a la entrada que la empresa tenderá a mantener y a reforzar —mediante política de precios— para evitar la entrada de nuevos competidores.
  • Demanda: El monopolista cubre la totalidad de la demanda, pero esto no equivale a asumir que esta es ilimitada ni totalmente rígida. Puede manipular la cantidad que pone en el mercado o el precio, pero no ambas a la vez. Si el monopolista aumenta los precios, actuarán el *efecto renta* y el *efecto sustitución*, y la Demanda se reducirá (dependiendo del tipo de producto). Con límites, el monopolista puede actuar sobre Q o sobre P, pero no sobre ambas simultáneamente.

La condición de maximización del beneficio para cualquier empresa es (I’ = C’), y este es también el objetivo del monopolista. En el monopolio, la condición de precio-aceptante no se da, por lo que I’ = P no se cumple. Se da que I’ < P, ya que el vendedor tiene que cubrir la totalidad de la demanda, aumentando las ventas mediante la bajada de precios. Las ventas adicionales logradas mediante la bajada de precios proporcionan un ingreso marginal decreciente que afecta tanto a las unidades adicionales vendidas como a las demás.

Si se cumplen las dos condiciones (I’ = C’ e I’ < P), también se cumplirá que C’ < P. La posición de monopolio permite mantener precios de mercado superiores al coste marginal. La diferencia entre C’ y P indica el grado en el que la empresa “domina” su propio mercado. La expresión (P – C’) / P cuantifica ese grado de dominio del mercado, con un valor máximo teórico igual a 1 (que se alcanzaría cuando C’ = 0) y un valor mínimo de 0 en mercados competitivos (P = C’).

El empresario monopolístico intentará conseguir el máximo beneficio. La posición en la que I’ = C’ determinará la cantidad que le interesa producir al monopolista, y esta será la cantidad ofrecida en el mercado (Qm). El precio vendrá determinado por el que marca la línea de demanda para esa cantidad. En el monopolio, la empresa decide la cantidad que le interesa poner en el mercado, determinando así el precio correspondiente. En competencia, las empresas más eficientes marcan el precio de mercado (equilibrio a L/P) al nivel del Coste Medio (CME) más bajo posible. En el monopolio, la empresa puede obtener un volumen considerable de beneficios extraordinarios.

El monopolista, cubierto del riesgo de entrada de nuevos competidores, podrá mantener una renta económica derivada de su poder sobre el mercado que no se puede identificar con una retribución necesaria para que el mercado sea abastecido. El estudio del monopolio indica que en competencia perfecta los consumidores obtendrían una cantidad mayor del bien de que se trate a un precio inferior, y se produce un trasvase de renta del conjunto de los consumidores al monopolista, dado que el precio fijado por este superará el precio de mercado en condiciones competitivas.

Mercado de Clientes

Una situación de competencia imperfecta es el mercado de clientes, donde no se cumple la condición de transparencia. En un mercado transparente, la información sobre precios, condiciones de oferta y demanda, etc., está disponible fácil y continuadamente, circula de forma ágil y es gratuita, ajustando las posiciones de acuerdo con la información. El mecanismo de subasta, por ejemplo, permite que todos los participantes conozcan de forma instantánea la posición de los vendedores y de los demandantes.

Son frecuentes los mercados donde cada empresa entra en contacto repetido y habitual solo con sus clientes y no disponen de forma automática y gratuita de información sobre las condiciones del mercado, o si los competidores estarían dispuestos a bajar precios en caso de que compráramos a ellos. Consecuencia: los oferentes instalados podrán mantener un precio superior al Coste Medio (CME) de las empresas más eficientes del mercado (P > CME).

En un mercado con subasta, cada oferente puede atraer compradores con un precio más bajo, lo que provoca reajustes automáticos del mercado. En un mercado de clientes, si una empresa pretende atraer compradores reduciendo precios, debe transmitir información a los potenciales demandantes para que la estrategia surta efecto y estos consideren variar sus opciones de compra. Esto mantendrá un grado de incertidumbre en su posible efecto: ¿Cuánta demanda será posible obtener? ¿Reducirán precios los otros competidores? La reducción de precios que haga una empresa es una inversión que tiene un coste actual, y espera compensarlo con los rendimientos que aporten los nuevos clientes. La inseguridad en el resultado de esta inversión, y el tipo de gastos que plantea, requerirá que se esperen rentables. Las reducciones de precios que se aproximan a P al CME harán que el rendimiento de invertir recursos para atraer nuevos clientes se vaya reduciendo hasta que ese rendimiento no compense su coste. El Precio normal de mercado de estas características será superior al CME sin que suponga un desequilibrio del mercado.

Así pues, en un mercado de clientes el Precio (P) se puede formular como igual al CME más un margen derivado de los costes de la información. Ese margen, que generará un beneficio económico para las empresas incluso en un mercado competitivo, se puede considerar como una medida del coste de proporcionar (las empresas) u obtener (los compradores) la información completa que supone una situación de mercado competitivo puro. Igualmente, ese margen refleja que el solo hecho de que una empresa esté instalada supone ya una ventaja sobre los nuevos competidores potenciales que puedan plantearse entrar en el mercado.

Competencia Monopolística

Otro tipo de situación que responde a la realidad del funcionamiento de muchos mercados es la que se conoce como competencia monopolística, en la cual las empresas intentan diferenciar al máximo su producto mediante la publicidad, imagen de marca, etc. Esto implica aspectos de los que se deriva una desviación entre el precio de equilibrio y el nivel mínimo de CME de producción, aun suponiéndose una competencia activa entre muchos oferentes.

Estas condiciones de mercado suponen que un producto que satisface una determinada necesidad se presenta a los compradores disponible bajo formas o calidades significativamente distintas desde el punto de vista de los demandantes. Existe un grado de imprecisión, dada la complicación de especificar lo que se entiende por una misma necesidad. De ello puede resultar un cierto grado de subjetividad a la hora de delimitar el alcance de un determinado mercado.

La definición de un mercado competitivo implica la presencia de un conjunto amplio de empresas que ofrecen un producto homogéneo, con un efecto cruzado entre precios y producto: un aumento de precios por una empresa reduciría sus ventas a cero, ya que la demanda se desplazaría a empresas competidoras. En empresas con producto diferenciado, el efecto cruzado puede no darse de forma plena: la elevación del precio del producto vendido por “A” puede hacerle perder parte de la demanda, atraída por el precio más bajo de otras que ofrezcan un producto similar, pero la diferenciación de productos retendrá parte de la demanda dirigiéndose a la empresa “A”.

El ámbito relevante de mercado con producto diferenciado debe delimitarse por el valor que alcance la elasticidad cruzada. En competencia monopolística, esa elasticidad podrá ser alta pero no infinita. Las características diferenciales del producto de una empresa respecto a los demás vendedores le permitirán retener una demanda incluso aunque su precio sea superior. En el caso extremo del monopolio, en ausencia de competidores y no sustitutivos, la Demanda es tan rígida como lo permitan las condiciones del mercado. En el otro extremo, en un mercado de competencia perfecta, la ausencia de diferenciación hace que los productos sean sustitutivos perfectos y la demanda será elástica.

Entre estos extremos, la empresa con competencia monopolística, gracias a la diferenciación del producto, introduce un cierto “grado de monopolio” en las condiciones de demanda para la empresa (Dcm). Esto se traduce en la posibilidad de mantener un precio superior al que correspondería sin perder la totalidad de las ventas. Cuanto mayor sea la fidelidad de los compradores y el grado de diferenciación del producto en relación con los competidores, mayor será la divergencia entre el precio en competencia perfecta (Pcp) y el precio del oferente en competencia monopolística (Pcm) sin reducir las ventas.

La competencia potencial que se deriva de la libre entrada de empresas incidirá a L/P en el equilibrio, mientras que a C/P predominará el componente monopolístico: la empresa afronta una demanda más o menos elástica según el efecto que ejerza sobre los demandantes la presencia de otros productos más o menos diferenciados y el grado de fidelidad que consiga mantener. Como estas condiciones pueden considerarse inalterables a C/P, la empresa que opere en competencia monopolística producirá la cantidad para la cual se igualen I’ y C’ y establecerá el precio según la función de demanda. El equilibrio es igual al del mercado en condiciones de monopolio. La diferencia radica en la mayor o menor elasticidad, que dependerá del “grado de monopolio” que el oferente sea capaz de inducir en sus compradores.

En cambio, a L/P entra en juego el componente competitivo: si existe un beneficio económico, atraerá nuevos competidores. El éxito radicará en que sean capaces de ofrecer un producto similar a los existentes, pero diferenciado de ellos en algún aspecto que atraiga a una parte de la clientela de las empresas ya instaladas. La situación del mercado será el resultado de una dinámica competitiva, pero centrada en la diferenciación del producto más que en la competencia por precios. Los modelos de mercado vistos son mercados competitivos.

Oligopolio

El Oligopolio describe situaciones en las que los oferentes se enfrentan entre sí, pero en una competencia limitada por dos circunstancias:

  • Cada oferente dispone de poder de mercado, por controlar una parte significativa de él.
  • La competencia no es abierta, sino limitada por barreras a la entrada.

Las barreras de entrada y la concentración del mercado, por el lado de la oferta, resultan en un número reducido de empresas. Esto no es incompatible con la diferenciación del producto: si las empresas utilizan una estrategia de diferenciación, se habla de *oligopolio diferenciado*; si no es así, se trata de un *oligopolio concentrado*. Existen diversos modelos de mercado en función de dos variables básicas: homogeneidad o no del producto y existencia o inexistencia de barreras a la entrada.

La Competencia perfecta se da en mercados con productos indiferenciados y donde no existen barreras a la entrada. No se debe confundir la competencia como característica estructural de mercado con la competencia entre empresas dentro de un mercado. Las situaciones en que pocas empresas obtienen beneficios económicos extraordinarios en un mercado se explican a partir de los obstáculos que existan para los nuevos competidores; en caso contrario, se daría la entrada y, a L/P, los beneficios serían anulados.

La cuestión es plantearse qué barreras a la entrada pueden actuar para mantener a L/P posiciones oligopolísticas (y también para el monopolio). La normalidad no es una situación de competencia abierta y activa, sino que domina la tendencia a la concentración de la oferta en un número reducido de unidades de tamaño mayor. La competencia interempresarial impulsa innovaciones más intensivas en capital, estrategias de ampliación de mercados, la práctica de fusiones y absorciones, etc. El resultado es una concentración creciente de capital y el predominio de situaciones en que pocas empresas consiguen cierto poder de mercado.

Las barreras de entrada que permiten mantener el oligopolio pueden ser de diferentes tipos, según deriven de elementos externos al mercado o de condiciones tecnológicas. Las relacionadas con el tamaño del mercado pueden determinar la concentración de la oferta en pocas empresas como estructura del mercado. También son importantes las estrategias desarrolladas por las empresas instaladas con el objetivo de mantener sus posiciones. Se prestará atención especial a las que derivan de las economías de escala y las estrategias concretas de las empresas.

1. Economías de Escala y Tamaño del Mercado

Las mejoras tecnológicas y las necesidades de inversión otorgan relevancia a las economías de escala, progresivamente con mayor intensidad. Para conseguir el coste medio más bajo, se necesita alcanzar volúmenes de producción mayores. La Escala Mínima Eficiente (EME) en producción corresponde al mayor tamaño operativo. Relacionando la EME con la dimensión del mercado, se plantea la limitación en el número de empresas eficientes que pueden coexistir en ese mercado. Si QO es la cantidad de equilibrio que el mercado puede absorber y qo es la producción que corresponde a la EME, dividiendo conoceremos el número de unidades de producción eficientes con cabida en el mercado (QO / qo = n).

La EME no siempre puede asociarse a un nivel de producción, ya que las ventajas de las empresas respecto a costes pueden proceder de factores diferentes. Además, las economías de escala afectan a funciones dispares de la actividad (diseño, I+D, comercialización, producción, marketing y publicidad, logística y distribución, etc.), por lo que la eficiencia derivada de la mayor incidencia de las economías de escala puede provenir en diferentes medidas de estas funciones.

Datos reales obtenidos por el estudio de mercados muestran que las cantidades de producto vendidas por oferentes en mercados oligopolísticos se colocan a un precio mayor al CME mínimo de las empresas más eficientes. Consecuencia: si P supera el coste medio mínimo, además de reducirse el nivel de demanda, pueden llegar a subsistir empresas que no alcancen el nivel de producción qo que corresponde a la EME. La relación entre el volumen de la demanda efectiva Q y la producción mínima al precio vigente podrá diferir de la definida (QO / qo = n) y el número de empresas “viables” en el mercado podrá ser más alto que n.

En un planteamiento dinámico, las innovaciones tecnológicas tienen el efecto de ampliar el alcance de las economías de escala, generando condiciones de producción donde el CME desciende a niveles de actividad más elevados. El aumento de la EME, si el mercado no crece a un ritmo similar, provoca la reducción del número de empresas que pueden subsistir en él con costos competitivos, más aún en la medida que el volumen de producción de la EME representa una proporción más alta de la demanda total. Por otra parte, si P se sitúa por encima del CME, la cantidad demandada total podrá crecer si se reduce el precio. Un nuevo competidor puede intentar abrirse un “hueco” en el mercado mediante la entrada con un precio inferior al existente. El riesgo para el nuevo competidor es que la disminución de precio para introducirse en el mercado no se vea compensada por un aprovechamiento suficiente de las economías de escala. Las empresas ya instaladas, para prevenir posibles intentos de entrada al mercado, basarán su estrategia de precios en eliminar la expectativa de beneficio para nuevos entrantes aplicando precios de exclusión.

2. Precio de Exclusión

Las empresas ya instaladas pueden fijar el precio de manera que, aun obteniendo beneficios extraordinarios (P > CME), ese precio no sea tan elevado como para generar expectativas de beneficio para nuevas empresas. Se asume que las empresas instaladas cubren la cantidad del precio establecido en su totalidad. Una empresa que se plantea entrar en ese mercado estimará el volumen de ventas que puede alcanzar, y sus expectativas de beneficios se basan en dos factores básicos: el precio que podrá obtener y el CME que podrá lograr, que será menor cuanto más elevado sea el nivel de producción que alcance.

Es necesario establecer hipótesis de comportamiento de las empresas y la dinámica que seguirá el mercado. Se supone:

  • Las empresas entrantes pueden acceder a la misma tecnología y la misma estructura de costes que las instaladas.
  • Las empresas operativas mantendrán la oferta actual aunque algún nuevo competidor las empuje a reducir el precio (postulado de Sylos-Labini).

La empresa entrante podrá contar con la demanda adicional provocada por la reducción del precio. Las empresas pueden basar su estrategia de precios en generar una expectativa de demanda en relación con el nivel de precios, de modo que en ningún caso las empresas competidoras puedan acceder de entrada a un nivel de producción para el que P > CME.

El Precio-barrera es todo precio inicial que deja una demanda potencial a los nuevos entrantes, pero el precio para vender esa producción es inferior al CME y, por lo tanto, no permitirá a los posibles nuevos entrantes conseguir economías de escala para acceder al mercado. El Precio de exclusión es el mayor de los precios barrera, manteniendo beneficios extraordinarios a las empresas ya instaladas sin que los posibles entrantes puedan acceder al mercado con una escala de producción eficiente. Si las empresas existentes mantienen un precio mayor que el precio de exclusión, existirán expectativas favorables para una nueva empresa competidora, ya que tendría un posible espacio de mercado lo suficientemente grande para alcanzar niveles de producción que le permitieran lograr un nivel apropiado de eficiencia.

La fijación de precio como precio de exclusión o más bajo es destacable porque:

  • Es mayor que el CME mínimo, permitiendo a las empresas instaladas obtener beneficios extraordinarios.
  • Excluye la obtención de beneficios con la entrada al mercado para los no instalados.

Esto no supone que se evite la entrada, pero sí aumenta el riesgo relacionado con los posibles competidores.

El precio de exclusión es mayor cuanto:

  • Mayor sea la EME.
  • Menor sea el tamaño del mercado (operarán menos empresas con escala eficiente).
  • Menor sea la elasticidad de la demanda (cuanto más rígida sea la demanda, más difícil será ampliar el mercado con bajadas de precio).

La gama de precios-barrera es más amplia, y más elevado el precio que excluye la posibilidad de entrada de nuevos competidores.

3. Publicidad y Diferenciación del Producto

Este es el resultado de estrategias más directas por parte de los oligopolistas, incluso cuando la EME no sea grande o cuando el peligro potencial provenga de factores distintos a la relación precio/coste. Si las condiciones tecnológicas y de inversión no implican economías de escala suficientemente amplias como para permitir precios de exclusión elevados, los gastos en publicidad y en promoción de ventas actuarán como un complemento que aumentará la EME.

Al ser un coste fijo adicional al de producción, la repercusión por unidad producida será decreciente con el volumen de producción. Al añadir a los costes de producción los costes de publicidad y de ventas, el decrecimiento del CME se extiende hasta mayores niveles de producción. Consecuencia: los gastos elevados en publicidad pueden actuar como barrera a la entrada sustitutiva de las economías de escala tecnológicas y de inversión, y con un efecto parecido sobre la EME, ya que desplazarán la curva de costes medios elevando el volumen de producción necesario para conseguir el CME mínimo. Además de tener la función de diferenciación del producto y fidelizar la clientela, la publicidad también tiene la función de crear una barrera a la entrada de nuevos competidores, especialmente si los requerimientos de inversión y de tecnología son bajos y están al alcance de cualquier posible competidor.

4. Otras Barreras a la Entrada

Otros tipos de barreras en mercados oligopolísticos pueden proceder de la disponibilidad de recursos o materias primas limitadas por parte de las empresas ya instaladas, de manera que el acceso a ellos comporte un coste alto (ejemplo: ubicación geográfica) que pueda hacer costosa y difícil la instalación de otros competidores. También la necesidad de grandes cifras de recursos financieros puede suponer un obstáculo determinante para nuevos operadores frente a los ya instalados.

En algunos mercados se exige para acceder a ellos algún tipo de requisitos o autorizaciones administrativas que pueden dar lugar a restricciones en el número de oferentes, especialmente en actividades de servicios. Esto puede suponer un límite al número de oferentes en provecho de los instalados, permitiendo una situación en la cual estos obtienen rentas económicas que, de otra forma, podrían atraer a nuevos competidores. En muchos casos, este tipo de restricciones obedecen a razones de interés general (licencias de taxis o de transporte colectivo, ejercicio de la medicina, etc.).

La interdependencia es un elemento en el que hay que insistir en los mercados de tipo oligopolístico, ya que en esas situaciones la demanda de cada empresa estará estrechamente ligada a la reacción de las demás empresas. En los restantes modelos de mercado (competencia perfecta, monopolio, competencia monopolística, mercado de clientes), las condiciones de la demanda del mercado son las determinantes en las relaciones precio-cantidad que marcan las posibilidades de actuación de la empresa. Si sucede como en el oligopolio, que las decisiones en combinaciones de precio-cantidad de cada empresa influyen en las restantes, esto supone que la demanda individual depende en cada caso de la reacción de los demás integrantes del oligopolio.

Por ejemplo, si una empresa decide subir los precios, la pérdida de demanda que sufrirá puede ser más o menos importante según la reacción de los restantes. Ya no puede hablarse de una curva de demanda determinada para la empresa, sino de diferentes posibilidades que obligan a ponderar las hipótesis respecto a los comportamientos que seguirán los distintos oferentes. La existencia de interdependencia entre oferentes hace considerar la posibilidad de colusión, restringiendo la competencia mutua. Pueden darse acuerdos sobre el precio entre los oferentes o pactos sobre reparto de mercados. El extremo de colusión tiene como objetivo maximizar el beneficio conjunto y comportará una situación de mercado equiparable a la de monopolio.

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