Función de Control Empresarial: Etapas y Técnicas Clave
El control en la gestión empresarial consiste en verificar que todo se desarrolle según lo previsto en la planificación. Para ello, se siguen varias etapas fundamentales:
- Establecimiento de Estándares: Se deben definir medidas o criterios que se consideren normales o deseables.
- Medición de Actividades: Una vez fijados los estándares, se procede a medir lo que se ha obtenido realmente en las actividades.
- Corrección de Desviaciones: Tras detectar las desviaciones, es crucial analizarlas y determinar los motivos que las originaron. Esto puede revelar que los planes iniciales no eran correctos o que los objetivos marcados no eran alcanzables.
Técnicas de Control Comunes:
- La Auditoría: Verifica la planificación, tanto en relación con la contabilidad como con otros aspectos. Existen dos clasificaciones principales de auditoría:
- Auditoría Interna: Se lleva a cabo dentro de la propia empresa como un mecanismo de control interno.
- Auditoría Externa: Realizada por profesionales independientes ajenos a la empresa.
- El Control del Presupuesto: Se enfoca en asegurar que la relación numérica de la planificación se cumpla.
- La Estadística: Permite tratar los datos históricos de un problema, extraer conclusiones relevantes y realizar pronósticos futuros.
Características Distintivas de las PYMES
Las Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES) presentan una serie de características particulares que influyen en su gestión y desarrollo:
- Poca Formación Empresarial: A menudo, los propietarios o gerentes poseen conocimientos técnicos, adquiridos principalmente a través de la propia gestión y experiencia en la empresa.
- Poca Capacidad Financiera: Les resulta más difícil acceder a los mercados financieros. Muchas se inician como empresas familiares con recursos de partida limitados, lo que dificulta la generación de autofinanciación.
- Cualificación y Formación Técnica del Personal y Obsolescencia Tecnológica: El reciclaje del personal no siempre avanza al mismo ritmo que la tecnología de la empresa. Este hecho se agrava por el rápido desarrollo tecnológico y los adelantos en investigación, lo que puede marginar a estas empresas de los mercados, ya que los equipos obsoletos conllevan mayores costes y menor calidad de producción.
- Organización Flexible: Debido a un número reducido de trabajadores, las PYMES suelen tener una gran facilidad de comunicación interna, lo que favorece la creación de un buen equipo de trabajo y una mayor flexibilidad en la toma de decisiones.
- Integración del Personal: El personal se siente más integrado en la empresa, lo que a menudo se traduce en una mayor motivación en su trabajo.
- Desarrollo en Mercados Intersticiales: Las PYMES a menudo aprovechan los nichos de mercado o «espacios» que las grandes empresas no cubren, especializándose en productos o servicios específicos.
La Jerarquía de Necesidades de Maslow en el Ámbito Empresarial
Abraham Maslow representó las necesidades humanas en forma de pirámide, una teoría fundamental para entender la motivación, aplicable también en el entorno empresarial:
- Necesidades Fisiológicas: Son las necesidades básicas para la supervivencia (comer, beber, etc.). En el ámbito laboral, se relacionan con un salario digno que permita cubrir estas necesidades.
- Necesidades de Seguridad: Una vez satisfechas las necesidades primarias, surgen las de seguridad, que buscan consolidar lo obtenido (estabilidad laboral, jubilación, seguros).
- Necesidades Sociales: Incluyen la necesidad de amor, afecto y de sentirse aceptado por la comunidad o el grupo de trabajo.
- Necesidades de Estima: Se refieren a la confianza en uno mismo, el reconocimiento, el respeto y la valoración por parte de los demás.
- Necesidades de Autorrealización: Es el nivel más alto de la pirámide. Para Maslow, significa el deseo de ser más y alcanzar el máximo potencial personal, lo que en el trabajo se traduce en el desarrollo profesional y la consecución de metas desafiantes.
Evolución Histórica del Concepto de Empresario
La figura del empresario ha evolucionado significativamente a lo largo de la historia, adaptándose a los cambios económicos y sociales:
Siglo XVIII: El Empresario Capitalista (Adam Smith)
En esta época, marcada por la Revolución Industrial, el empresario era concebido como el propietario de los medios de producción. Según Adam Smith, el empresario es el sujeto que compromete su capacidad al funcionamiento de la empresa y afronta el riesgo patrimonial de la actividad.
Siglos XVIII-XIX: El Empresario como Hombre de Negocios (Cantillon y Say)
Richard Cantillon entendía la figura del empresario como un hombre de negocios que compra los medios para producir y revende a un precio incierto, asumiendo el riesgo. Jean-Baptiste Say, por su parte, consideraba que el valor de la producción debía ser capaz de cubrir los costes de todos los factores de producción y generar ganancias.
Siglo XIX: El Empresario como Organizador (Alfred Marshall)
Con la necesidad de mayores capitales, surgieron las grandes sociedades donde diversos propietarios financiaban conjuntamente la empresa. La concepción del empresario cambió, eligiéndose en función de su capacidad organizativa. A partir de este momento, los objetivos de los accionistas y el empresario profesional comenzaron a diferenciarse.
Siglo XX: El Empresario como Asumidor de Riesgo (Frank Knight)
Frank Knight definió al empresario como la persona que asume el riesgo derivado de la actividad económica, adelantando el dinero y, por tanto, siendo recompensado con un beneficio. Distinguió dos tipos de riesgo: uno técnico (si la producción no alcanza las cantidades esperadas) y otro económico (si los ingresos no son los esperados), justificando el beneficio empresarial con la asunción de estos riesgos.
Siglo XX: El Empresario Innovador (Joseph Schumpeter)
Para Joseph Schumpeter, el factor explicativo de las ganancias del empresario no es el riesgo, sino la innovación y el progreso técnico. El empresario debe invertir en innovación hasta que aparezca la imitación, momento en el que sus beneficios se verán reducidos. Las fases clave del cambio tecnológico son la invención y la imitación.
Siglo XX: El Empresario Tecnócrata (John Kenneth Galbraith)
Galbraith observó que el poder económico había pasado de las personas a las organizaciones. Acuñó el término «tecnoestructura» para referirse al poder restringido que ostentan los directivos, quienes, al tener el poder ejecutivo, toman las decisiones fundamentales de la empresa.
Siglos XX-XXI: El Empresario Líder y Estratega (Warren Bennis)
Actualmente, el empresario no solo debe ser innovador, sino también un buen líder y un estratega eficaz para elegir los caminos adecuados y conseguir los objetivos empresariales. La capacidad de inspirar y guiar al equipo es crucial.